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EL EFECTO RAPA NUI O EL COLAPSO EN LA ABUNDANCIA enero 23, 2018

EL EFECTO RAPA NUI O EL COLAPSO EN LA ABUNDANCIA

¿Cuál fue el motivo de la decadencia de la cultura de la Isla de Pascua? Pues una de las predominantes teorías es la de posibles problemas de superpoblación. Pero es necesario considerar que existe un problema subyacente mucho más grave, y lo vamos a exponer con el experimento realizado en el “Universo 25” por el etólogo John B. Calhoun en 1972.

Este científico creó el “paraíso” para 4 parejas de “afortunados” ratones (libres de enfermedades y defectos), haciéndolo en una gran jaula de unos 5 m2, con la temperatura constante, sin depredadores y con un suministro ilimitado de comida y bebida.

A los 104 días de comenzar, nacieron los primeros ratones. Pasados los 300 días, los ratones ya habían llegado a la cifra de 600. Para el día 560, la población ya había llegado a 2.200…, y fue en este punto cuando la población comenzó a decrecer ¿Qué ocurrió? No había espacio para todos.

Cuando llegaron al pico de habitantes, la mayoría de los ratones pasaron a estar cada segundo de su vida en compañía de cientos de otros. Ya no se reunían para socializarse, sino únicamente a la espera de ser alimentados. Las situaciones eran cada vez más violentas, atacándose unos a otros por falta de espacio, luchando por mantenerse en “su zona”.

Los machos, cada vez más estresados, dejaron de procrear. Las hembras a su vez cada vez eran menos las que quedaban embarazadas, y aquellas que lo hacían daban a luz y simplemente se olvidaban de sus crías. Calhoun también describió otro pequeño reducto, aquellos que perdieron toda actividad social, dejando pasar el tiempo mientras comían y dormían.

El estrés iba en aumento y los más débiles eran cada vez más apáticos para luego pasar por estados de violencia con agresión al resto. Las hembras, cada vez más aisladas y sin rastro de sociabilidad, canibalizando a sus crías.

Así se llegó al día 600 del experimento, el día en el que la colonia se extinguiría de verdad, ya que nació el último ratón que se convertiría en adulto. El día 1471 finalizaba el experimento, restando 23 hembras y 4 machos. El más joven de todos, tenía 987 días edad, el equivalente a 90 años de vida humana.

Y esto mismo es lo que pasó en la Isla de Pascua, pero en un entorno menos idílico, en el que los recursos no eran ilimitados. De Isla de Pascua podríamos obtener nuevas conclusiones. Sus pobladores llegaron por mar desde otras islas de la Polinesia. Tras poblar la isla y comenzar a crecer en población, pudieron dedicarse a otras tareas “avanzadas”, como por ejemplo la construcción de los famosos moais, olvidándose de lo finito de los recursos, deforestándola y destruyendo su agricultura. Pero lo más importante que sucedió fue que se olvidaron de cómo llegaron allí, ya que en un par de generaciones se olvidaron de navegar, aspecto que los hubiese salvado.

¿Qué tiene que ver todo esto con el mundo de la empresa? Los emprendedores crean empresas, que crecen y absorben trabajadores, y siguen creciendo, y absorben más trabajadores y proveedores, y generan beneficios, y en muchos casos, demasiados, los componentes de la empresa se adormecen al crecer. Algunos individuos se dejan llevar por las luchas de poder, por la defensa de su «territorio». Otros, sin embargo, se dejan, preocupados más por estar que por ser, impacientes por acicalarse, por adornarse. Pero todos ellos olvidándose de los equilibrios con el entorno, consentido por el “líder”, al que continuamente se revelan, con el que compiten luchando por su posición.

Es justo en ese momento en el que se produce el efecto Rapa Nui, y la organización ya puede darse por extinguida, habiendo sufrido el “colapso en la abundancia”, justo cuando olvidan su origen, y prefieren perpetuar su situación antes que retroceder a su punto de partida. Se han olvidado de cómo llegaron hasta allí, olvidándose de sus destrezas y pericias, lo que les llevará irremisiblemente al final del camino, salvo que el líder recupere su memoria y devuelva a su organización el juicio.

Mientras tanto sed felices.

José Antonio Caballero